Reflexiones

SOBRE LA DANZA – SOBRE LA VIDA. Por Amalia Vargas

«La danza es algo que está presente en cada festejo, en cada cosecha, en cada siembra, en cada rito. En la danza se desata el espíritu (jayu), y el tiempo no existe, uno se conecta con los sonidos del viento que traen la quena y el siku…el hombre baila como bailan las hojitas secas cuando el viento sopla, así es la danza, nuestra música de erke, charango, sikus y quena, son tan alegres que uno baila saltando, riendo, de la mano, sueltos, dando vueltas, tal vez mirando a la Pachamama, sin seguir una coreografía, solo nos dejamos guiar por la música, sólo música y en la danza, ahí también salen las penas y se baila más todavía para que se vayan con la vida, no sé si bailamos bien o mal (nadie se fija), solo bailamos lo que sentimos.  

Amalia Vargas, india qolla. Perico del Carmen, Jujuy, Argentina (2013)

Citado en «Toda la tierra es una sola alma» de Carlos Martínez Sarasola, editorial «Del Nuevo Extremo» Buenos Aires, 2014.
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Me han hecho esta preciosa entrevista

que me han hecho en la 2ª publicación de “UNIVERSO KOKORO”, Fanzine de Alta Vibración. Puedes descargarte el Fanzine clicando aquí: http://universokokoro.wordpress.com/fanzine-de-alta-vibracion/ 

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SOBRE DANZA ORIENTAL

Energía Femenina – por  Yumma Mudra

La energía femenina verdaderamente necesita ser redescubierta. Este es un asunto en el que cada una de nosotras debemos trabajar y entender profunda y honestamente.

Y mi propia misión ha sido, desde hace muchos años, enseñar estos temas a mis alumnas, pues las danzas femeninas son un campo interesante donde puede desarrollarse nuevos caminos.
He creado Oriental Duende exactamente por ese motivo. La Danza Duende es incluso más profunda, es una escuela en la que trabajamos sobre QUIÉNES somos, porque nuestra danza es la manifestación en el espacio de todo lo invisible.
La danza es contagiosa y poderosa. No tiene que ver sólo con nosotros mismos.
Actualmente, muchas bailarinas de danza oriental, inconscientemente están actuando bajo el modelo patriarcal: aún no se han dado cuenta, y están un poco obsesionadas con su propio ombligo, o demasiado preocupadas con el dinero, la fama y una especie de auto-afirmación insatisfecha, infantil.
Creo que los profesores realmente pueden realizar un cambio si descubren lo mucho que la agresión y los celos están presentes en la forma en que enseñamos o aprendemos (por ejemplo, cómo utilizar el espejo en tu vida, en tu mente… ¿Es un espejo mágico? ¿Es peligroso?)
Las cosas podrían llegar a ser muy diferentes si los profesores entendieran lo mucho que influyen en la mente de sus alumnos, y lo mucho que ésto puede influir en el entorno artístico… Y fuera de él.
He visto resultados increíbles entre mis propias alumnas, que no sólo se convierten en bellas bailarinas, sino también especialmente valientes, elegantes y amables, gracias al trabajo interno y de percepción consciente que aplicamos en nuestra danza, y al ambiente que creamos en las sesiones. Se ayudan unas a otras, hay un sentido de humanidad solidaria y universal dentro de nuestra forma de aprender. Libertad, rigor, virtud.

Darse cuenta de lo importante que es esto para la humanidad conlleva tiempo y paciencia. Las mujeres pueden hacer mucho por la humanidad y más si están unidas. Utilizando la danza como medio para ayudar.Me refiero a hacerlo realmente en serio, no sólo con palabras agradables, las cosas cambiarán a mejor para todos nosotros. Hay mucho que estudiar, mucho en lo que trabajar y muchas cosas que transformar. En nuestra danza, nuestra psicología, nuestros valores, y en la manera en que hacemos “negocio”.
Pero quizás estos problemas y conflictos nos pueden ayudar a despertar y mostrarnos el verdadero valor sagrado de nuestra actividad como bailarinas, mujeres y artistas. El mundo lo necesita, y hay que hacerlo con mucha fe y dedicación, creo. Ésta es la verdadera danza mágica.

Francisco, mi amigo poeta, solía llamarme regularmente para preguntarme: « ¿ Bueno, qué, ya has empezado a aprender danza oriental?» De vez en cuando me mandaba páginas de revistas para informarme sobre el tema. Llevaba dos años empeñado en convencerme a convertirme a esta disciplina totalmente desconocida.

Bailé desde siempre. En cuanto logré sostenerme en mis dos piernas, quise bailar. Era una certidumbre y también una obsesión. Entonces me enseñaron a esforzar las piernas «en-dehors», a sostener mi cuerpo en puntillas, a mirarme fijamente en el espejo, a zapatear en el ritmo y a contratiempo también.

Más tarde, me volqué hacia prácticas más interiores, como el yoga y las artes marciales como el Shotukan, pero ignoraba todo lo relacionado con círculos, ondulaciones lánguidas, el camello, la serpiente o el abandono del cuerpo en el movimiento. Había casi olvidado que mis caderas, mi pecho y mi vientre podían hacer música también. Y cuando la danza oriental por fin me domesticó , descubrí una nueva sensibilidad, una dulzura y una feminidad delicada a flor de piel, que se ha venido desarrollando poco a poco en mi corazón. El corazón cariñoso, profundo y terrible de la Madre.

Del Oriente a la danza oriental sólo hay apariencia; ella es universalmente femenina. Antes de nada, es soberana de lo natural. Ella exige del cuerpo, de los músculos y de la piel, que se relajen. Adquiriendo suavidad, una sonrisa sube a los labios y ondulamos con generosidad, temblamos con vigor. Dejamos de ser mujeres con una determinada edad, con un rostro, un nombre o una historia, ¡ no! Es mucho más que eso, descubrimos en música a La Mujer, Esa que viene de la luna y que se escondía detrás del velo de los engaños.
No estoy hablando de cubrirse de fantasía o de oro, de plata o de seda para deslumbrar al público o para intentar una competición lamentable con Salomé, nutriéndose sin piedad de los sudores libidinosos de algunos predadores frustrados, fascinándose hasta la ceguera con el brillo de su propio ombligo. Ahí nos espera la trampa de la vanidad, de los celos mediocres que nos alejan de nosotras mismas y de los demás, que nos alejan de lo esencial.
La danza oriental se encuentra entre las danzas m á s naturales del mundo. Nació espontáneamente. Se respira sencillamente entre hermanas sin edades, sin prejuicios, en gran complicidad. Su encanto hipnotiza tanto a la que baila, como al que la ve bailar. Su sensualidad acaricia el alma y podemos de repente realizar nuestro espíritu en un cuerpo. La autenticidad es lo que hace su belleza, que no pertenece a nadie pero que cada bailarina revela en una nueva luz.

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Poema de Marga Gomez
Soy una mujer, aunque bien podría haber sido un hombre
Mi corazón está en el oriente de mi cuerpo
según me miro frente a frente desde dentro.Sin embargo en mí confluyen todos puntos cardinales
ríos de venas de sangre y canales
que desembocan en el centro de mi corazónEn esta vida me ha tocado vivir en el mundo occidental
no sé muy bien dónde están sus fronteras pero
no soy árabe
no visto hiyab ni rezo en la mezquita
no hablo árabe, ni turco, ni hindi, ni urdu, ni chino
pero hay algo que cuando escucho los sonidos del oriente
hace que mi corazón se amplifique
al tiempo que las cosas de fuera se simplificanPero sigo siendo yo
Y yendo mucho más lejos,
no soy nada y todo a la vez
Y de eso se trata
¿Qué ocurre en el corazón de uno
cuando suena un ritmo o una melodía de oriente?Que el oriente de uno, si es que existe, baila simplemente
porque llega un punto en que ya no existen
oriente u occidente
norte o sur
con naturalidad, sin aditivos ni espejos
sin nombres postizos ni etiquetas
sólo una danza universal que toma forma
en una persona
que tal como viene, se va.Marga Gomez
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REFLEXIONES SOBRE DANZA ORIENTAL por LA NEGRA 
La Danza Oriental fue en sus orígenes una danza femenina bailada por mujeres, entre mujeres y para mujeres (podemos decir que con seguridad viene de antiguos rituales de la fertilidad o danzas pélvicas, esta segunda forma de llamarla me parece más honesta. Cuando decimos “rituales de fertilidad” me suena a trampa semántica como tantas… Sin querer estamos tiñendo con nuestros conceptos actuales algo que se nos escapa en en tiempo y espacio. Al decir “fertilidad” TAL VEZ estemos excluyendo cosas que podrían haber sido significativas) Con cierta pena confieso esta opinión que como tal es personal y discutible: esta preciosa danza femenina, hoy en día se manifiesta en nuestros escenarios como una expresión de una energía masculina -en claro estado de neurosis- obsesionada por la exactitud; una fuerte carga -casi violenta- de competitividad; una rapidez frenética; una clara desconexión con el sentir más profundo. Lejos estamos de experimentar hoy en día ciertas características tan femeninas como: la improvisación, la expresión libre, “lo redondo”, la lentitud -o tempos más “orgánicos”- o unas preciosas manos que dibujan y curan en el aire sin más, además de una alegría intrínseca e independiente de metas, expectativas y objetivos.
Nuestra querida y preciosa Danza del Vientre que ha sobrevivido a fanatismos y cambios diversos -conquistas incluidas-, hoy sufre un ataque disimulado y engañoso. Tal vez no sea diferente del ataque que nosotras mismas las mujeres nos hacemos al no acoger con ternura y pasión nuestro costado femenino (en necesario equilibrio con la energía masculina), acunando a la niña que fuimos y erigiendo a la mujer que somos (o que nos gustaría ser y anida en nosotros), honrando y reconociendo el linaje humano y femenino que nos sostiene, con todas las paradojas y contradicciones existentes.
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MATERNIDAD
SOBRE EL AMOR Y OTROS DEMONIOS (para las MADRES-LOBA) por LA NEGRA

Hace algún tiempo fui a conocer al hijo recién nacido de mi amiga del alma y acompañar a la madre en esta segunda etapa del viaje: LA CRIANZA DEL CACHORRO o parafraseando a Laura Gutman: el momento de MATERNAR. El viaje ya había empezado con la gestación del bebé.

Este encuentro me hizo reflexionar, reviviendo la experiencia con mi hijo unos años antes y observando a las demás mujeres y bebés en este proceso.

Mi amiga es una madre-loba. No todos los embarazos, partos y crianzas con iguales. Más bien TODOS SON DIFERENTES y en este caso y por suerte para el niño, ella es de esta especie: loba, tigresa, leona. Y esto amigos, no es algo que uno decide de forma demasiado consciente, es un cúmulo de cosas que convergen en el crecimiento de los colmillos, el deseo animal de cuidar del cachorro, el amor incondicional, el salvaje instinto. Podríamos decir que ella no es del todo responsable de ser así. Sólo es o se permite ser.

La maternidad es una fuerza vital que sale de las entrañas (no es metafórico, es literal!!!!! Engendramos en el útero, parimos por la vagina y damos de mamar con los pechos.) y nos invade, volviéndonos locas, satisfaciendo los deseos y necesidades de nuestro cachorro a chorros de leche, besos y caricias. Y así nos fundimos piel con piel y crecemos juntos como mamíferos que somos, pero con un alma que se hincha de amor y placer.

Para ese Ser es la primera RELACIÓN LIBIDINAL DE LA VIDA que si es satisfecha y plena, será el trampolín para vivir una sexualidad plena y feliz, entre otras cosas.

A menos que desde que el bebé está en nuestro vientre rechacemos y reprimamos las sensaciones que surgen desde nuestras entrañas que se abren, nuestra nueva imagen, nuestros pechos llenos y rebosantes y entonces tal vez programemos una cesárea, tomemos una pastilla que corte la leche, pongamos al bebé en una cuna y volvamos lo más rápido posible a la vida normal, por ejemplo a la oficina que requiere una mujer socialmente aceptable (no una que le salgan chorros de los pechos!) y que el cuerpo vuelva a entrar en ciertos cánones aceptados o se acerque a ellos…

Como decía, para el hijo de mi amiga, tener una madre loba es lo mejor que le pueda pasar en la vida. Estar pegado a la teta y atendido «in extremis» en los primeros momentos de su vida, le hará un niño y luego un hombre de bien, un ser sensible, valiente, independiente… Lo contrario de lo que suele pensarse, estar pegados al principio, suele traer como consecuencia que el niño se sienta seguro y haga las cosas a su debido tiempo (cosas tan importantes como dejar los pañales solo, comer solo, caminar, no enfermarse demasiado…) además de vivir una sexualidad libre, plena y feliz por haber sido satisfecha y feliz su primera relación libidinal, con todas las consecuencias saludables que esto puede acarrearle, al adulto que será y a las personas que le rodeen.

C.Rodrigáñez en su libro «La represión del deseo materno» nos recuerda que San Agustín que dijo: «Dadme otras madres y os daré otro mundo») y para que esto pueda suceder, las madres necesitamos un acto de apoyo INCONDICIONAL, una confianza real que hace milenios que la mujer no tiene. Sin este apoyo y confianza, estamos solas y juzgadas. Sometidas a opiniones (se han fijado cuánta gente opina acerca de la «educación»/crianza de los niños?)

Sería mucho más fácil y ameno contar con el grupo familiar que también se deje llevar por este flujo de amor que derrochan estas madres. Si el compañero, amigas, madre, suegra etc. se entregaran a esta suerte de estado emocional loco y extremo, puede ser la maravilla, el éxtasis, la felicidad.

«LA CIVILIZACIÓN EMPEZARÁ EL DÍA QUE EL BIENESTAR DEL RECIÉN NACIDO PREVALEZCA SOBRE CUALQUIER OTRA CONSIDERACIÓN» Wilhem Reich.

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